PADRE





Hace tiempo que nos dejaste.
Recuerdo tu pelo nevado,
tu sonrisa abierta y tus ojos de gris cielo.
Siempre con alegria,
llenabas de ànimo los días y las horas.
Con tu fuerte determinación
desplegabas caricias hermosas,
regadas con besos sinceros,
llenas de ayudas impagables.
Fue tanto el vacio que dejaste
que, aun en el día de hoy,
tus huellas permanecen indelebles.
Miro tu retrato que me transmite
una profunda ternura.
Tus ojos no mienten,
desvelan una persona bondadosa.
Y aunque se nuble la memoria,
todo queda manifiesto, diáfano.
Mil soles salen de tu expresión.
Lo mas importante:

el gran corazón que depositaste
en todas tus acciones.





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