BUSCANDO EN LA TORTURA O LA CHECA DE GENERAL DIAZ PORLIER


Te busco en la tortura como áquel que busca a un amante.
Vas despacio porque el delator te persigue, aquél que antes era tu amigo.
La mujer sigue apostada ante la reja para verte, para darte su tartera, sellando con un beso tus labios. 
Han pasado muchos días sin verte, duelo de noches sin pausa. Las lágrimas amargas quedan sofocadas por la angustia. Diaz Porlier es la calle que abre una brecha cálida en su letrero. Detrás has dejado a tus hijos, tus trabajos, tanto tus convicciones como tus anhelos. Quedaron proscritos tus credos e intereses bajo la bota dura de la detención. Ya no eres el mismo, porque tu rostro refleja la dureza de las condiciones. El peso de las horas no esconde tu cuerpo sufriente.
La guerra ha dividido a tus vecinos en dos bandos, de los cuales  no hay remisión.
Atrás quedan los alegres encuentros, las joviales partidas de cartas, el compadreo. Ya no queda lugar  para la sonrisa cómplice de los niños.
Una mujer aprieta contra su pecho un rosario, mientras su moño se deshilvana en un rezo nervioso. Su marido espera quedo la condena del verdugo, mientras todos los relojes se detienen. Cada uno de los reos esconde su mirada  en el turbio aire. Una oleada de sinrazón, lodo y muerte cabalga sobre sus cabezas.

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