LA LEYENDA DE LAS MONJAS ENDEMONIADAS
El convento de San Plácido se encuentra a muy pocos metros de la plaza del Callao. Muchos habréis pasado frente a sus muros, pero muy pocos conocéis la leyenda de misterio y demonios que se esconde de puertas para adentro. El halo de santidad que tiene ahora contrasta con el pasado diabólico que se le adjudicó en la corte de Felipe IV.
Este convento fue en su día escenario de todo tipo de rituales exorcistas, debido a las continuas agresiones que las monjas sufrían por parte de seres infernales. Diferentes episodios de esta índole lograron que en aquella época se conociera a esas religiosas como las «endemoniadas» de San Plácido.
Varias historias y leyendas pusieron en el punto de mira al convento. Al poco de fundarse, comenzaron a escucharse rumores en la corte de que varias monjas habían sido poseídas por el demonio y que se las había visto tiradas en el suelo, con convulsiones y blasfemando a gritos.Todo comenzó cuando una joven novicia dio la voz de alarma al comenzar a realizar actos extraños, como dar voces y hacer gestos obscenos impropios de un religiosa. El confesor fray Juan Francisco García Calderón, comenzó a preocuparse por la situación, Y determinó que la joven estaba poseída por el diablo. Por este motivo se le practicó un exorcismo de urgencia que no dio buenos resultados: no sólo se pudo curar a esta hermana, si no que además otras veintiseis corrieron con la misma suerte.
El asunto llegó a extremos tan alarmantes que todas las moradoras de San Plácido, exceptuando a cuatro, cayeron bajo la influencia del Maligno. Los rumores llegaron pronto al Inquisidor General, don Diego de Arce de Reynoso, que abrió un largo proceso. Éste culminó en 1631 al dictarse prisión perpetua, ayunos y disciplinas para el confesor fray Juan Francisco García Calderón, que tras el tormento se autoinculpó de haber cometido actos pecaminosos con las monjas. Por su parte, la priora fue desterrada, mientras que la comunidad con el resto de las monjas fue repartida para evitar que los hechos se reprodujeran en un futuro.
Este convento fue en su día escenario de todo tipo de rituales exorcistas, debido a las continuas agresiones que las monjas sufrían por parte de seres infernales. Diferentes episodios de esta índole lograron que en aquella época se conociera a esas religiosas como las «endemoniadas» de San Plácido.
Varias historias y leyendas pusieron en el punto de mira al convento. Al poco de fundarse, comenzaron a escucharse rumores en la corte de que varias monjas habían sido poseídas por el demonio y que se las había visto tiradas en el suelo, con convulsiones y blasfemando a gritos.Todo comenzó cuando una joven novicia dio la voz de alarma al comenzar a realizar actos extraños, como dar voces y hacer gestos obscenos impropios de un religiosa. El confesor fray Juan Francisco García Calderón, comenzó a preocuparse por la situación, Y determinó que la joven estaba poseída por el diablo. Por este motivo se le practicó un exorcismo de urgencia que no dio buenos resultados: no sólo se pudo curar a esta hermana, si no que además otras veintiseis corrieron con la misma suerte.
El asunto llegó a extremos tan alarmantes que todas las moradoras de San Plácido, exceptuando a cuatro, cayeron bajo la influencia del Maligno. Los rumores llegaron pronto al Inquisidor General, don Diego de Arce de Reynoso, que abrió un largo proceso. Éste culminó en 1631 al dictarse prisión perpetua, ayunos y disciplinas para el confesor fray Juan Francisco García Calderón, que tras el tormento se autoinculpó de haber cometido actos pecaminosos con las monjas. Por su parte, la priora fue desterrada, mientras que la comunidad con el resto de las monjas fue repartida para evitar que los hechos se reprodujeran en un futuro.
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